Aquello que se mece, Duerme. Aquello que se acaricia, Despierta. Lo que se pierde, Se valora. Y lo que mecemos, acariciamos y podemos perder. Sólo eso, se puede llegar a amar. Ejercitar los músculos Del alma (el que en ella crea), O las células sobre las que hemos viajado desde el primate (el que las use) Es llenar los pulmones del oxígeno que nos oxida, Mirar la luz que nos ciega, Querer lo que no podemos alcanzar. De manera definitiva, morir plenamente porque estás lleno de vida. Y recordarlo con las cicatrices que sólo el tiempo nos enseña. Ese es el mejor regalo que nos podemos dar: Construir recuerdos (algunos dulces) que merezcan recordarse con alguna lágrima (salada). A.G.L.