La hoja en blanco

Nacemos en blanco,

como grandes obras,

por escribir.

Morimos al acabar nuestra historia,

aunque fuera incompleta

y triste.

Son las horas letras de tinta

en sangre

y carne.

La prosa y la poesía,

se alternan día,

a día.

Nacimos en blanco,

como obras de muerte,

y tragedia.

Existen máscaras,

traviesas caras,

del nosotros.

Y nosotros,

nos conocemos en el nudo,

de nuestras historias.

Se escriben amores,

de letra ágil o ilegible,

aun un idioma.

Entre el ordenado caos de los vivientes escritores de historias, se arrugan hojas, se les devuelve una forma (parecida) original, se parte el papel. Y aun dudamos del sentido de escribir… ¡Escribimos porque no podemos dejar esa hoja en blanco! La hoja nació para colmarse de los afluentes de la creación.

Tu y Yo

Nos ofrecimos a protagonizar una historia,

compartir esa tragedia, comedia, ensayo, crónica,

la historia del otro y la nuestra,

y hemos escrito, más de lo que se puede imaginar o recordar,

¿hicimos comedia, drama, romance…? ¿O modestamente, nuestra historia?

Tuya, tuya, muy tuya. Y mia, tan mia, tan mia y tan tuya. Que si no es nuestra, no puede ser de nadie más

Que esto lo escribo con letra rápida pero sangrante de tinta, atravesando el papel. Y escribo sobre la madera, el vidrio, el metal y la carne. Para decirte: Se una flor en el campo, una rama azotada en la tormenta, un jirón de tela que ondea como bandera. Se un corcel o una piedra, aire o un poco tierra. Pero no dejes nunca de escribir, quien lo hace, muere. Y en mi historia, tu no puedes morir


AGL

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