Nacemos en blanco, como grandes obras, por escribir. Morimos al acabar nuestra historia, aunque fuera incompleta y triste. Son las horas letras de tinta en sangre y carne. La prosa y la poesía, se alternan día, a día. Nacimos en blanco, como obras de muerte, y tragedia. Existen máscaras, traviesas caras, del nosotros. Y nosotros, nos conocemos en el nudo, de nuestras historias. Se escriben amores, de letra ágil o ilegible, aun un idioma. Entre el ordenado caos de los vivientes escritores de historias, se arrugan hojas, se les devuelve una forma (parecida) original, se parte el papel. Y aun dudamos del sentido de escribir… ¡Escribimos porque no podemos dejar esa hoja en blanco! La hoja nació para colmarse de los afluentes de la creación. Tu y Yo Nos ofrecimos a protagonizar una historia, compartir esa tragedia, comedia, ensayo, crónica, la historia del otro y la nuestra, y hemos escrito, más de lo que se puede imaginar o recordar, ¿hicimos comedia, drama...